Tipos de líderes antiéticos y su impacto en las organizaciones: una investigación acerca de los efectos de la convivencia con jefes tóxicos.

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* 1. Debe pensar en un líder tóxico que haya tenido que padecer en su vida profesional pasada o actual. El ejercicio consiste en dar respuesta a los siguientes interrogantes que se plantean a continuación:

¿Qué características y cualidades definían a ese líder tóxico? Estas pueden ser positivas o negativas.

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* 2. ¿Qué comportamientos visibles tenía en su práctica profesional?

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* 3. ¿Cómo cree que afectó ese líder tóxico a su vida en general (familia, pareja, amigos, ocio, etc.)

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* 4. ¿Cómo cree que afectó ese líder tóxico a su desarrollo profesional y productividad en el trabajo?

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* 5. ¿Cómo cree que afectó ese líder tóxico a su salud y bienestar psicológico?

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* 6. ¿Cómo cree que afectó ese líder tóxico al conjunto de la organización? (cultura, clima laboral, resultados empresariales, etc.)

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* 7. A continuación, se presentan 46 tipos de líderes antiéticos. Usted debe seleccionar tantas tipologías como considere necesario para definir a su jefe tóxico. Para ayudarle en este ejercicio se añade una breve definición de cada tipología.

Academicista: Es incapaz de aterrizar técnicamente en la práctica las ideas y teorías expuestas en un proceso formativo.

Hiperactivo: Estresa a su equipo con todo tipo de iniciativas formativas y de desarrollo, sean éstas útiles, adecuadas, pertinentes o no.

Sabelotodo: Es un profesional que considera que no necesita mejorar en sus virtudes y defectos. La formación y el reciclaje profesional permanente no supone un objetivo importante desde su punto de vista. no son cuestiones relevantes para él.

Escéptico: Es un escéptico del poder de la formación para desarrollar, instruir y mejorar la calidad del trabajo de las personas. No invierte tiempo ni recursos en desarrollar o formar a sus colaboradores.

Tecnócrata o burócrata: Inflexible y rígido en el cumplimiento de unos procedimientos técnicos. Escaso margen para la innovación y la creatividad. “Lo que no está en el manual no existe”

Autosuficiente: Desconfianza en el trabajo ajeno, no delega, ni colabora con otros profesionales cuando se trata de tomar decisiones técnicas sobre tu trabajo. Ofrece una gran resistencia a reportar su trabajo a otras personas.

Transaccional extremo: Dirección basada en un intercambio profesional basado en incentivos que no conllevaría ningún seguimiento, ni desarrollo en sus colaboradores. Sólo interviene ante problemas evidentes y urgentes que ya se han producido. Su obsesión es la producción y no le importa cómo se consigue. Si surgen problemas “¡Ya veremos qué hacemos!”

Perfeccionista: Obsesión por conseguir la perfección en los procesos de trabajo. Asfixia al equipo con pequeños detalles. Parálisis por análisis excesivo e improductivo.

Impulsivo: Toma decisiones compulsivamente sin ningún tipo de reflexión previa. No escucha al equipo y colaboradores y no toma decisiones prudentes y meditadas. “¿Reglas? ¿Qué reglas?” Genera con facilidad problemas de incumplimiento legal, conflictos con colegas, con clientes, con competidores…Es un elefante en medio de una cacharrería.

Incompetente: No reúne ni los conocimientos, ni las competencias, ni las habilidades consustanciales a su perfil profesional.

Laissez Faire: No interviene en los procesos de trabajo para nada, delega toda la responsabilidad en su equipo de trabajo sin realizar feedback, seguimiento o reflexión. Conduce sin remedio a una ausencia total de higiene corporativa donde cada cual hace lo que le viene en gana.

La roca moral: Este tipo tiene que ver con las personas que tienen una forma especial de hipocresía que se confunde, generalmente, con una integridad genuina. Estas personas llevan consigo su placa donde pone “persona íntegra” y la luce constantemente en público. Considera que todos los cuestionamientos sobre sus opiniones constituyen un desafío moral. Es un profesional que proclama principios a los que según ellos son obedientes de manera inquebrantable. Pero lo extraño de estos principios es que cuantos más generales sean, admiten más interpretaciones y excepciones. Así que no debe sorprender que cualquier cosa esté beneficiando sus intereses personales, pero son decisiones y actuaciones basadas para este tipo de individuos en sólidos principios absolutos.

Idealista: Se refugia en el mundo de las ideas, los principios y las teorías sin llevar estos conceptos a la práctica, con lo cual es imposible materializar ningún proyecto o plan, ni tampoco progresar en la dirección adecuada. Esa desconexión entre sus principios, ideas y la acción en la práctica profesional hace que sea visto como alguien ineficaz en la solución de problemas y desarrollo de tareas y, por ende, poco fiable dentro de la organización.

Incoherente: Es incoherente en alguna de estas cuestiones: entre lo que dice que va a hacer y luego hace; entre lo que piensa y lo que hace; entre lo que piensa y lo que dice; en las diversas facetas de su vida, ya que se comporta como si fuera varias personas diferentes en un mismo cuerpo. Sus motivaciones pueden ser diversas y podemos identificarlo con un personaje clásico de la literatura y el cine: Jeckyl & Hide.

hipócrita: Actúa con hipocresía fingiendo cualidades y sentimientos contrarios a los que verdaderamente tiene o experimenta. Por interés, claro.

Sin escrúpulos: Manipula, coacciona y está obsesionado por los resultados. El fin justifica los medios. Recurre con facilidad al chantaje emocional.

Egoísta: Alejado del principio del bien común. “Mio” y “yo” son sus ejes.

Camaleón u oportunista: Este tipo de individuo no tendría ningún principio que se pudiera reconocer como ético, por lo que no existen normas a las que este tipo de sujeto pueda serles fiel. El oportunista básicamente utilizaría a los demás como instrumento para conseguir sus propósitos. Groucho Marx le definió muy bien con “Estos son mis principios y si no le gustan tengo otros”

Irresponsable: No ha valorado las consecuencias de sus actos ni, claro está, los de sus subordinados o la empresa misma.

Individualista: No cree en el valor del trabajo del equipo por desconfianza hacia las personas. Por ejemplo, teme que los que no están a su altura dañen su reputación o sus posibilidades de ascenso.

Cobarde: Cuando el directivo no actúa ante violación de estándares éticos. Mira para otro lado, por interés o por miedo a generar conflictos que no le puedan beneficiar en su gestión o carrera.

Justiciero: Actúa como si fuera una especie de salvador del grupo y la organización sin importarle las consecuencias de su conducta y comprometiendo seriamente la reputación y permanencia del equipo en la organización.

Demócrata: No asume su responsabilidad directa, sino que espera que todo sea objeto de unanimidad por parte del equipo. Eterniza la toma de decisiones. No informa ni consulta, genera plebiscitos continuamente.

Conflictivo: Adicto al estrés que genera el conflicto permanente dentro de las relaciones humanas. Necesita su chute de adrenalina para sentir que está vivo, por ello, siempre está en el límite y, por ello, todo lo lleva al límite.

Optimista suicida: Un optimista ingenuo que puede llevar al equipo al desastre.

Paternalista: Actúa como si fuera el padre/madre de los miembros del equipo, queriendo asumir la responsabilidad de todas las decisiones que se adoptan. Como cree estar rodeado de “niños” incapaces de decidir nada no delega.

La bomba de relojería: Estalla en la mayor parte de situaciones que implican un estrés. No tiene autocontrol. De naturaleza hipersensible.

El imprescindible: Nada, absolutamente nada, puede hacerse sin su presencia y participación. No solo necesita controlar todo, también sabe que la organización está totalmente perdida si no está ahí. Si se organiza algo sin él puede ir desde el odio a la venganza.

El paranoico: Todo aquello que se hace sin él teme que se trate de una conspiración. De ahí que quiera meter la nariz en todo, se valga de espías o cualquier otro medio.

El faraón tipo narcisista: Ego desproporcionado, con tendencia al narcisismo y un autoconcepto desproporcionado. Como buen narcisista en su interior hay un gran vacío y, por ello, odia y combate a quienes realmente tienen calidad humana y capacidades. Siempre se rodeará de seres con pocas luces a quienes hará la vida imposible para demostrarles su autoridad.

El psicópata: Nula empatía y con rasgos psicopáticos. Es el malvado por antonomasia. Es extremadamente manipulador y presenta una imagen de sí mismo afable y seductora, capaz de atraer a la mayoría. Deja cadáveres a su paso y con graves secuelas.

Evitador: Huye de conflictos. Pero en las organizaciones evitar los conflictos no siempre es una buena solución: con facilidad el evitador ayuda a que los conflictos se perpetúen o suban al siguiente nivel.

Ciego organizativo: Escasa conciencia organizativa (no visualiza la red de relaciones que se establecen en una organización). Posiblemente, el cartero tenga una visión más exacta de qué pasa en la empresa.

Pitufo gruñón: Escaso sentido del humor y excesivo enojo en todo lo que se hace en la organización; sin iniciativa para cambiar las cosas permaneciendo en la queja permanente.

Pesimista: Incapaz de ver oportunidades y arriesgar en beneficio de la innovación y la mejora. Es ultraconservador y es muy fácil que arrastre a la organización directamente hacia la obsolescencia.

Inseguro: Inseguridad en las capacidades de uno mismo.

Imprudente temerario: Toma decisiones sin ninguna reflexión previa, sin medir las consecuencias y la responsabilidad. Muy relacionado con el tipo “impulsivo”.

Reprimido: Falso autocontrol. Baja asertividad.

Misterioso: No es transparente con el equipo a la hora de comunicar con claridad lo que se espera de ellos y cuestiones relevantes que afectan a las decisiones de la organización. Para él cualquier dato es “mi tesoro” lo cual cree que, además, le hace valioso.

El medallas: Siempre se adjudica los logros del equipo. Cuando las cosas van mal, sin embargo, la culpa sí es del equipo.

Déspota tirano: Utiliza a las personas como recursos, no cuenta con su iniciativa y su capacidad para la gestión, no cree en las personas y en su capacidad transformadora. Con facilidad es un “negrero”.

El aguafiestas: Paraliza cualquier iniciativa/innovación que tenga como objetivo contribuir a un cambio positivo en la organización. Tiene miedo al cambio y paraliza cualquier iniciativa que ponga en riesgo sus privilegios adquiridos y estatus en la organización.

El hacker: Si puede se apodera del trabajo ajeno, si no, intenta minarlo o destruirlo. Su éxito depende del trabajo de los demás, o se lo roba o destaca gracias a destrozar a los compañeros.

La vieja del visillo: Busca a todas horas, por todos los medios y sin descanso información sensible para quebrar la reputación ajena o usarla en su beneficio. Genera a la menor oportunidad rumores y conflictos de los que espera obtener una ventaja o beneficio

El cortesano: Pelota irredento con sus superiores o los clientes, aunque es un tirano con sus “súbditos”. Suele manipular o cortar la información de tal forma que no llegue arriba o abajo lo que considera vital para su ejercicio del poder. A veces distorsiona la información a su conveniencia lo cual genera una visión errónea de la organización en la alta dirección.

El sicario: Solo cumple órdenes. Es un auténtico capo regime de la Mafia, pero opera en el ámbito corporativo. Es un esbirro 100% eficiente, capaz de cumplir sin pestañear ni reflexionar cualquier instrucción por lo que aporta un elemento de toxicidad especial: sirve de hilo conductor de otros líderes antiéticos al carecer de todo espíritu crítico. Se diferencia claramente del psicópata en que no es el artífice de nada sino un mero ejecutor.

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* 8. ¿Considera que hay alguna otra tipología que usted incluiría y que no hayamos tenido presente en el listado anterior?

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* 9. Especifique su sexo

Hombre

Mujer

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* 10. Especifique la edad que usted tenía en ese momento

18-24

25-35

36-45

46-55

56-69

70-100

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* 11. Especifique el sector en el que se encontraba trabajando con su líder tóxico:

Industrial

Energético

Construcción

Transportes

Educativo

Turístico

Tecnológico

Financiero/seguros

Administración pública

Consultoría

Otros

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* 12. Comente cuál era la categoría profesional en la que se encontraba en ese momento:

Alta dirección

Directivo

Mando intermedio

Técnico

Personal de apoyo/administración

Otros