En Austria, ya puedes visitar una tienda de jardinería si procuras mantener tu distancia con los demás. En algunas partes de Estados Unidos, puedes ir a un restaurante y sentarte en el interior. Roma ha restablecido las cenas en el exterior, pero las personas están siendo precavidas, por lo que los negocios se mueven a un ritmo lento. Alrededor del mundo, las sociedades se están reintegrando con cautela, pero con resultados variados.
A pesar de los difíciles meses que el mundo entero ha vivido desde finales de 2019, no hay duda de que también la crisis ha sacado a relucir la originalidad y el ingenio, y el buen corazón de las personas. Incluso ha habido empresas que se han sabido adaptar a la situación y que saldrán con una imagen reforzada gracias a sus acciones para solidarizarse con empleados, personal médico, pacientes y sectores afectados. Sin embargo, extrañamos tener la libertad de comprar y comer fuera. ¿Esos deseos superan nuestro miedo a las consecuencias que podrían ocurrir si salimos de casa? De acuerdo con nuestra reciente investigación y datos provenientes de otras fuentes, la respuesta de la mayoría de las personas es “no”.
Desde febrero, SurveyMonkey ha encuestado a más de 1 millón de personas usando SurveyMonkey Audience para saber cómo se sienten respecto a la reapertura de negocios durante la crisis del coronavirus. En general, los encuestados están preocupados, pero aun así sienten un poco de optimismo.
¿Estamos abriendo los negocios muy pronto?
En los países en los que hemos realizado la encuesta (Estados Unidos, Canadá y Reino Unido), la mayoría de las personas estaban preocupadas por que los negocios abrieran (y se reintegraran) muy pronto (más del 50 %), un miedo especialmente acentuado en Reino Unido (con un 70 %).
Algunos países en América Latina ya empezaron a reanudar sus actividades económicas, por lo que instituciones especializadas, como PWC, han preparado materiales para que las empresas puedan enfrentar el impacto de la crisis del COVID-19.
¿La economía se puede recuperar?
No obstante, al mismo tiempo, muchos países están igualmente preocupados por el impacto económico del confinamiento. A más de la mitad de nuestros encuestados le preocupa que el virus y el confinamiento tengan un impacto económico negativo en su país.
De la misma forma, esta preocupación está presente en América Latina. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en conjunto con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) han publicado un informe sobre el impacto económico del coronavirus en la región. La CEPAL, asimismo, ha emitido publicaciones sobre otros temas relacionados con el coronavirus que aquejan a esta parte del continente.
¿Se podrá recuperarmi economía?
A pesar de sus miedos por la economía general, a pocas personas en los tres países mencionados les preocupan sus finanzas familiares (con cifras que rondan el 30 %).
La situación, sin embargo, no es la misma en América Latina, pues la crisis del COVID-19 ha agravado la situación tanto de los trabajadores del sector informal (caída de empleo por distanciamiento social, prohibición de circulación, etc.) como del formal (reducción de horas, caída de salarios y despidos), por lo que no es de extrañarse que en esta región los sentimientos de inseguridad, miedo e impotencia respecto a la situación económica personal estén más presentes.
Asimismo, en España, un estudio de la Universidad Autónoma de Barcelona y la Confederación Sindical de Comisiones Obreras analizó el impacto económico negativo de la pandemia, como despidos y empleados a los que no se les renovó el contrato.
¿Cuándo volveremos a la normalidad?
Por último, en los tres países de nuestra encuesta, muchas personas aún tienen la esperanza de que no tendrán que elegir entre la seguridad y la sociedad por mucho más tiempo. Aproximadamente tres cuartos de la población en cada uno de estos países se sentía optimista respecto a que las cosas “volverían a la normalidad” en un año.
No obstante, una vez más, el panorama es distinto en América Latina y España. Como ya mencionamos, algunos países han reactivado parte de sus actividades económicas y los gobiernos siguen intentando explorar la delgada línea entre mantener protegida la salud pública y hacer que la sociedad avance.
En conclusión, los ciudadanos de cada país están intentando sacar sus propias conclusiones. Son decisiones difíciles de tomar, pero se espera que pronto se vuelva más fácil tomarlas. Sigamos cuidándonos.